EUROPA
PRESS
11 noviembre
2020
5
mitos alimentarios que debes borrar de tu mente
Seguro que has oído hablar de los
'superalimentos', unos productos 'casi mágicos' que se promocionan por su
grandísima eficacia para reducir el riesgo futuro de padecer una u otra
enfermedad.
"Ojo con esto porque cuando destacan tanto un producto
y lo definen como 'superalimento' suele haber gato encerrado, y probablemente,
te están embaucando.
Ese esquema suele tener detrás mucho más de marketing e
interés general que de verdadera ciencia. (...) No se puede concluir que un
alimento individual sea capaz de reducir mucho el resto de enfermedad en el
futuro. Lo importante es el conjunto de lo que comemos", advierte en una
entrevista con Infosalus el doctor Miguel Ángel
Martínez-González, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, y
catedrático de la Universidad de Navarra.
En '¿Qué comes? Ciencia y conciencia para resistir'
(Planeta), su nuevo manual, este experto sobre dieta mediterránea y catedrático
visitante de Harvard ve fácil saber cómo nos engañan desde la industria y
sostiene que, a veces, bastaría con mirar los conflictos de intereses de
quienes han hecho "las publicaciones rebosantes de optimismo desaforado
sobre ese alimento singular", siendo en muchas ocasiones las empresas las
que subvencionan esos estudios: "Poderoso caballero don dinero, y quien
paga manda. Ésta es la fuente del conflicto de interés".
Según apunta, se ha difundido también la teoría, aunque
reconoce que "poco compartida", de que también existirían otros
conflictos de intereses más sutiles, no monetarios, que también podrían poner
en riesgo la independencia del investigador, como quien es vegetariano y tiende
a decir que las dietas veganas 'son más sanas', o quien ha atacado mucho el azúcar
en publicaciones previas puede ser resistente a rectificar después si el
experimento no le sale como esperaba, por ejemplo.
Otra vía por la que nos engaña la industria alimentaria,
según subraya, es usando los alimentos procesados como vehículos de liberación
de azúcar, sal, grasas, y sobre todo los residuos que le hubieran costado caro
eliminar: "Los aprovecha, aquellas partes que no las puede presentar como
alimentos reconocibles, y después presenta los famosos Nuggets,
o los palitos de mar, que se obtienen a partir de procesos químicos, donde se
la da salida a todo eso que hubieran sido desechos".
De hecho, alerta de que estos productos contienen muchos
aditivos químicos, lo que hace que se disimule su contenido real.
"Alimentos que se deterioran en cuanto a su sabor o no son muy vistosos, y
sin sabor, con sal y aditivos, se envuelven bien y se transforman en eso, y es
barato porque ahorra los costes, y se deshacen de lo que no resulta tan vistoso
y goloso", agrega el doctor Martínez-González.
Otro truco que dice que utilizan algunas compañías
alimentarias es el de presentar sólo aquello que les ha salido bien, destacando
únicamente los efectos biológicos positivos que les interesa divulgar, mientras
esconden los demás, que igual es hasta más importante.
También el especialista en Medicina Preventiva sostiene que
lo que le ayuda a la industria en otras ocasiones es el tener en nómina a pocos
científicos que, en lugar de crear estudios y desarrollo de investigación en
nutrición, se dedican a criticar y a sembrar de dudas todo lo que se hace en
investigación.
Asimismo, el lobby delante de Bruselas es otra de las
artimañas de la industria alimentaria, así como las puertas giratorias, donde
jefes de la industria alimentaria pasan al frente de organismos públicos
regulatorios en la materia, y al revés, de forma que se impide la puesta en
marcha de una regulación efectiva de estas prácticas, que pueden ser
fraudulentas.
Echar mano de celebridades en la promoción de un producto o
destacar las bondades nutricionales de un alimento por su contenido en unos
pocos ingredientes químicos, sin tener en cuenta los efectos a largo plazo de
consumir esos alimentos como parte del conjunto completo de la dieta, ni sus
posibles sesgos, serían otras vías por las que la industria nos engaña, a
juicio del doctor.
¿Por qué lo hacen? Según resalta Martínez-González, no se
puede generalizar, pero cree que puede haber varios intereses: el hacer más
fácil lo más rentable para ellos, es decir, que el consumidor consuma lo más
fácil, esos productos con mucha vida de estantería, que no son perecederos,
aguantan mucho, y sí ultraprocesados, y que no
previenen de enfermedades, como sí hace la fruta y con la que no pasan estas
cosas.
"Muchos de los productos más recomendables son aquellos
que no tienen etiqueta porque son naturales. Se reconoce el alimento, lo que
estoy comprando. Veo un plátano y sé lo que es, no está procesado. Tampoco un
jamón ibérico. Sin embargo, el jamón cocido, el chóped, no sé de qué lo han
hecho, ni tampoco el puré de patata en polvo. Por ello, hay que minimizar los
productos prefabricados, la bollería industrial, o los postres que son bombas
de nata. Si uno compra una merluza sabe que es pescado, el palito de mar no hay
pez que tenga esta forma", avanza el experto.
Los 5 principales
mitos que borrar de nuestra mente
A su vez, el doctor nos enumera cuáles son los 5 principales
mitos alimentarios que debemos desterrar de nuestra mente:
1.
El mito de que nuestro cerebro necesita azúcar y hay que
añadírsela a todo, una idea sobre todo fomentada por la industria de las
bebidas azucaradas. "El azúcar natural de las frutas está muy bien y está
acompañada de bioactivos beneficiosos. Pero los
cristales del azúcar que se añaden a los productos envasados y a las bebidas
azucaradas están detrás de la pandemia obesidad. Tenemos suficiente glucosa en
sangre aunque no tomemos azúcar", mantiene.
2.
No hay problema con el consumo de carne roja. Eso sí,
resalta que se debe desterrar la idea de que si hoy no he comido carne roja
(ternera cerdo o cordero) es que no he comido hoy. "Es un concepto en el
imaginario colectivo. La carne roja debe consumirse uno o dos días a la semana,
y promover el consumo de carnes blancas (pavo, pollo, conejo)", afirma.
3.
¿No hay dieta sana sin lácteos? "Se ponen los lácteos
como paradigma de salud, pero tienen grasa saturadas y muchos están
intensamente azucarados. El caso de la nata, la mantequilla, y la grasa de la
leche, son grasas que se han demostrado que aumentan las enfermedades
cardiovasculares. No son el paradigma de salud y además se han promocionado
mucho porque en Estados Unidos así se hizo", agrega.
4.
Demonizar el consumo de huevo no tiene fundamento
científico, y se pueden consumir 8-9 huevos a la semana. En el caso de los
diabéticos con 4 son suficientes, pero no por ello hay mayor riesgo
cardiovascular. Los huevos son muy nutritivos, cuentan con proteínas de alta
calidad y con micronutrientes saludables, y no se eleva el riesgo
cardiovascular a largo plazo por su consumo.
5.
Se debe olvidar el mito del café, de que es malísimo.
"Hay que prohibírselo a la gente de tensión alta, pero lo mejores estudios
dicen que es protector, tres o cuatro tazas de café al día se asocian a una
mayor longevidad, a reducción de muerte cardiovascular, por cáncer, muerte
prematura y de diabetes tipo II; no por la cafeína sino por la combinación de
sustancias que tiene", sentencia Martínez-González.